Muchas veces la fragancia contiene también notas de otras flores, como peonía, gardenia, nardo, lirio del valle, freesia, magnolia, geranio o mimosa.

 

Los perfumes florales son los de mayor tradición en la historia de la perfumería. Son uno de los grupos de perfumes más extensos, ideales para utilizar en primavera y verano.

En el post de hoy nos vamos a adentrar un poquito en este fascinante mundo. ¿Te animas a descubrirlo?

En toda composición, las notas florales son de gran importancia porque añaden textura, detalles y complejidad, dando ese plus de calidad estética que transforma la mezcla de ingredientes en acabados más perfeccionados.

De todas las familias es quizás la que reconocerás más fácilmente al oler primero, desde su ramo de flores cortadas que te trasladan a las tradicionales bodas de junio, fiestas en el jardín, flores de primavera…

Cuando las flores son el olor dominante, decimos que el perfume pertenece a la familia floral, la más popular dentro del mundo de los perfumes.

Por lo general, según el carácter de la fragancia, los perfumes florales pueden clasificarse en:

  • Florales frescos y ligeros. Suelen tener elementos cítricos pronunciados, así como acuáticos y afrutados. Retratan las típicas flores de la primavera como el lirio de los valles, la flor de cerezo o la freesía.
  • Florales clásicos. Son más complejos, y se componen de notas de tuberosa, flor de naranjo, narciso y acentos balsámicos.
  • Introducen el aroma de las hojas y la hierba fresca dentro del perfume. La violeta y hoja de violeta son notas típicas.